Los riesgos del sol
El sistema visual humano está adaptado para captar la luz normal del día sin sufrir daños, siempre y cuando no miremos directamente al sol. El iris, la parte coloreada del ojo, actúa como el diafragma de una cámara fotográfica, cerrándose cuando aumenta la intensidad de la luz.
La intensidad de luz durante un eclipse disminuye, por lo que el sistema protector del iris deja de funcionar: con la oscuridad la pupila aumenta de tamaño permitiendo la penetración completa de las radiaciones solares que pueden causar quemaduras irreversibles en la mácula, la parte más sensible de la retina.
La exposición prolongada o intensa a la luz solar produce daños fotoquímicos y daños termales a las células fotorreceptoras de la retina, los conos y los bastones, causando la incapacidad de las mismas para responder a estímulos visuales y facilitando la aparición de “manchas ciegas” en el campo de visión.
En el supuesto de observar eclipses sin protección adecuada o con la observación directa y prolongada del sol, están descritas lesiones retinianas ( retinopatía solar) que pueden derivar en cicatrices irreversibles con la consiguiente pérdida de visión.
El ojo y el eclipse
Solamente un eclipse total, cuando la luna cubre totalmente el disco del sol, puede ser observado con el ojo “desnudo” (sin protección), sin sufrir daños. Nunca es seguro mirar un eclipse parcial o anular, o las fases parciales de un eclipse solar total, sin el equipo y las técnicas apropiados.
Los filtros de sol convencionales no impiden el paso de la radiación infrarroja invisible que puede causar una quemadura retiniana termal. Por este motivo, las gafas de sol no constituyen una protección adecuada para mirar los eclipses.
Métodos para observar un eclipse parcial con seguridad
Proyección
Según la NASA, hay varios métodos para observar con seguridad un eclipse parcial.
El más económico se basa en la proyección. A través de un agujero estenopéico (un agujerito de pocos milímetros en un papel, cartón o tela) se puede formar una imagen del sol en una pantalla colocada a un metro de distancia.
El agujero estenopéico se puede adaptar a un telescopio que refleje la imagen en una pantalla. Un efecto parecido se puede observar en el suelo debajo de un árbol de denso follaje: los agujeritos entre una hoja y otra crean muchas imágenes en medialuna de las fases del eclipse solar.
Para mirar directamente el sol sin consecuencias para la visión tenemos que usar filtros especiales que dejan pasar solamente una fracción minúscula de la radiación solar.
Los observadores ya experimentados utilizan como filtro varias capas de película fotográfica en blanco y negro (¡nunca de color!), previamente expuestas a la luz y desarrolladas con intensidad máxima. La placa metálica contenida en la emulsión de la película constituye un buen filtro solar.La mayoría de éstos tienen una capa de una aleación de Cromo o Aluminio en su superficie que atenúa la radiación visible e infrarroja. Las gafas de protección de los soldadores suelen llevar este tipo de filtro lo que las transforma en utensilio seguro para observar el sol. Si se desea observar el eclipse con binoculares, telescopio o cámara fotográfica, es imprescindible adaptar a éstos los filtros protectores correspondientes.
No hay que jugar con la protección de los ojos
Hagamos lo que hagamos, es muy importante tener en cuenta que probablemente en el arco de nuestra vida podremos disfrutar del espectáculo de más de un eclipse. Sin embargo, las lesiones retinianas causadas por una única exposición intensa a la luz solar puede dejar secuelas permanentes. No juguemos con la protección de nuestros ojos.